27 noviembre 2014

Respiras.

Respiras;
te das cuenta de que tu sangre bombea a una velocidad endiablada debido a que tu pulso se acelera y pierdes la noción del tiempo. Darte cuenta que tu mente se centra en el pensamiento único y que no eres capaz de parar el torrente que fluye de dentro hacia fuera, de fuera hacia dentro.

Y sentir el frío en la cara; la brisa de tu llanto, el olor de tu mirada.

Comprendes;
llegas al convencimiento de que ese siempre ha sido tu objetivo. No siempre, pero sí en el presente, que es lo que importa. Cambia tu forma de pensar y tiendes a imaginar tu vida a su lado; nada más lejos de la realidad, porque el futuro es incierto y construye sus bases en el presente anterior.

Y ese frío te corta la respiración; te hace sentir vivo mientras, conscientemente, mueres lentamente.

Reaccionas,
pero, como en las mejores historias, siempre es tarde. No eres capaz de pararlo a tiempo y ya te ha calado en los huesos. Has llegado a tal punto que te has impregnado de su esencia y no hay solución milagrosa a semejante explosión. La coraza que creías tener ya no está.

Y las hojas han caído pero él sigue allí, parado, esperando ese momento que nunca llega.

Cambias,
pero todos los caminos conducen al mismo sitio. Es un círculo vicioso, y ella corre, escapa de una realidad para la que no ha sido concebida. Y entonces él vuelve a comprender, pero no de la manera que le gustaría.

Y no queda nada más que el recuerdo de una sombra que nunca fue y que nunca será, una sombra creada en base a una realidad alterada que lo atormenta.

Vives;
buscas en los recuerdos, los que ella dejó, los que te hacen sentir el frío, los que a la vez te mantienen caliente. Y con ello te quedas, porque a base de recuerdos se mantiene el mundo en el que vives, el presente que en un segundo será futuro. Y piensas en ella, a cada minuto, porque no es algo que va y viene, es algo que está.

Imaginas,
porque toda tu existencia se centra en eso, idealizar; besar sus labios de aire y acariciar su pelo etéreo, susurrar el silencio en su oído mientras por dentro gritas, gritas fuerte porque el dolor te hace sentir vivo, y sientes frío, porque el frío duele y estás vivo; y entonces, sólo entonces, respiras...

15 noviembre 2014

Sombras [2]

Entiendo que no soy una de esas personas que suele mostrar sus sentimientos o sacarlos a la superficie; entiendo que soy una persona que prefiere intentar resolver sus problemas y dilemas morales por sí mismo a abrirse a otros y pedir ayuda; entiendo que en muchas ocasiones disfruto de la única compañía de la música y otras veces ni siquiera.

Entiendo que todo esto hace que sea normal que me sienta solo, alejado del resto, perdido en mi propio universo de sombras del que cada vez va a ser más difícil salir sin abrirme a otros y sin pedir ayuda. He llegado a pensar que soy una mala persona, que cada vez que no quiero compartir con el resto no solo me hago daño a mí mismo sino que se lo hago a los que me rodean. He llegado a pensar que me merezco estar solo por ese mismo hecho, por no querer expresar lo que siento en cada momento o por no saber hacerlo. ¿Por no saber hacerlo? Puede que sea ese el problema. Pero no.

Muchas veces me pregunto si realmente siento o es todo un efecto placebo y realmente no soy capaz de tener sentimientos. ¿Soy completamente impasible? Al final, lo que desde un principio puede ser un problema de empatía o ser una persona reservada puede llevarme a ser un completo desconocido para mí mismo. No es nuevo, en realidad. Con el paso de los años se ha ido acrecentando.

No os voy a mentir, me siento solo. Sé que tengo el cariño incondicional de mi familia y de unos cuantos amigos, sé que siempre van a estar ahí para mí, y aún así me siento solo. No soy capaz de encontrar la paz interior conmigo mismo, quizás porque le doy demasiadas vueltas a las cosas y tiendo a aferrarme a ideas o supuestos que nada tienen que ver con la realidad.
Es una lucha interna, pero no es una lucha entre dos bandos, no es una lucha entre dos personas, ni siquiera es una lucha contra mí mismo; es la lucha de las ideas, es como si los volcanes no existiesen y a la tierra no le quedase otra que explotar debido a las presiones internas.

No obstante, hay pensamientos que ayudan a calmar esta corriente y suelen ser pensamientos centrados en dos o tres personas con las que he tenido menos trato del que me gustaría pero que con poco me han conseguido transmitir mucho. Pero volvemos a lo de siempre, no soy capaz de expresar lo que siento ni expulsar lo que sea que me aflige, me atormenta o me hunde más y más en un océano de causalidades y casualidades tirando de mí hacia abajo mientras otros me tienden la mano y soy incapaz de agarrarla. Y no no es que esas manos se alejen o desaparezcan, porque esas manos me agarran, pero mi piel está mojada y esas manos resbalan.

En ocasiones pienso si soy un romántico fuera de época o si simplemente soy un gilipollas que escribe (o intenta escribir) de manera profunda, que es lo más probable. Si bien es verdad que escribir me sirve para paliar la ansiedad y expresar de una manera simplificada lo que necesito, no se hasta qué punto es real o si de verdad estoy siendo sincero conmigo mismo y con los que podáis llegar a leer esto.