30 octubre 2023

Condena

        

             Divagar porque es lo que mejor hago. Eso y procrastinar. Qué vida, ¿no? Pero es que no es vida, es una condena. Es querer arrancarme la ropa y con ella la piel. Deshacerme de todo lo que soy y convertirme en nada. No quiero ser ni siquiera una sombra. Quiero borrar mis huellas y que mi existencia no fuera tal. Desaparecer, que no quede de mí ni un recuerdo en la mente de nadie que me haya conocido. Librarme de esta carga y librar al resto de la misma. Nunca he sido tan feliz y a la vez nunca he estado tan triste. 

            Y no es que sea peor que nadie. Es que, a pesar de estar rodeado de gente, estoy solo en este puto mundo. Y no es algo que me moleste porque eh, la soledad es algo de lo que disfruto. Pero me canso. Me aburro. Nadie está a la altura y yo no me voy a rebajar. No voy a cambiar. No es debilidad, no es soberbia ni ego. Es la realidad de mi atadura. 

            ¿Expectativas? Ninguna. ¿Ganas? Menos todavía. Ni yo estoy preparado para este mundo ni el mundo está preparado para mí. Y ya he vivido mucho con esto como para querer seguir haciéndolo. Porque, repito, esto no es vida, es una condena. Condenado a vivir, condenado a ser y condenado a existir. Soy único, soy diferente, soy irrepetible e inigualable. Y yo lo único que quiero es dejar de ser.


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